DORNAJO-GUEJAR SIERRA
Ha amanecido un día espléndido de primavera. Camino del autobús nos acompaña un cielo azul en el que flotan algunas nubes blancas, como de algodón. Salimos poco después de las siete y media y nos dirigimos al centro de interpretación del Dornajo, en la carretera de Sierra Nevada. Alcanzado nuestro destino y mochilas en ristre, empezamos la primera parte del recorrido por la carretera, pero enseguida continuamos por un carril amplio flanqueado por robles y escaramujos. Unas plantas con flores amarillas ponen la nota de color.
El camino es cómodo, siempre en suave bajada y con unas vistas magníficas de las cumbres nevadas de la sierra. Pasamos junto al Hotel del Duque, un edificio antiguo que fue Seminario. Y para desayunar elegimos un huerto en el que crecen cerezos en los que ya apuntan diminutos frutos verdes.
Siguiendo el carril llegamos hasta las canteras de Serpentina donde nos encontramos con el Arroyo de San Juan de abundantes aguas que nos recibe con su monótona canción. Poco después llegamos hasta la Hortichuela. Aquí caminamos por un bosque con sonido de pájaros y suelo alfombrado de verde en el que destacan los llamativos colores de las flores, hasta salir a la vereda de la Estrella. En esta ocasión nosotros no vamos a seguirla sino que en dirección opuesta llegamos al barranco de San Juan. Aquí comenzamos la segunda parte del recorrido, pero nos encontramos con una pequeña dificultad, el puente que cruza el río está cerrado. Buscamos otro sitio por donde cruzar, pero al final optamos por saltarnos las tablas que cierran el puente y pasamos de uno en uno y con mucha precaución.
Ahora se une a nosotros otro compañero, el Río Genil, de aguas tumultuosas y cantarinas. La senda discurre paralela al río y tenemos que pasar por dos puentes colgantes. Por un puente de piedra salimos a la carretera y poco después llegamos a un restaurante donde el Maitena une sus aguas a las del Genil. Tenemos que pasar junto a las mesas donde mucha gente está disfrutando de un suculento almuerzo. Esto nos abre el apetito y buscamos un sitio donde reponer energías. Siguiendo un senderillo bajamos hasta la orilla del río. El lugar no puede ser mejor. Como mantel usamos una alfombra de hierba verde y la música de fondo la ponen el murmullo del agua y los cantos de los pájaros. Incluso hay quien pega alguna cabezadita a pesar de que no callamos ni debajo del agua.
Tras el descanso, reanudamos la marcha. Pero tenemos otra sorpresa no muy agradable. El camino está cortado por un derrumbe y si miramos arriba vemos que la pared de roca bajo la que tenemos que pasar no parece muy segura, hay algunas piedras que parecen a punto de desprenderse. Pasamos rápidamente y de dos en dos, sin hacer mucho ruido, hasta que todos llegamos a la seguridad del túnel que hay al otro lado. Al final el sendero está cerrado y tenemos que salir como podemos subiendo a la ladera del monte para rebasar la valla que lo cierra, ya solo nos queda subir un carril hasta Guejar Sierra donde nos espera el autobús. Pero antes buscamos una cafetería donde tomar un café o lo que se tercie y comentar que aunque no se ha cumplido lo de que hoy era una ruta sin dificultad, ha merecido la pena porque hemos disfrutado de un día, como casi siempre, extraordinario.